martes, 20 de marzo de 2012

Tribulaciones de un albaicinero: Ramón Alcaraz

Hacía poco más de una hora que había anochecido y decidí sacar a pasear al perro, pero como no tengo, opté por dejar a mi mente divagar, en tanto disfrutaba de un paseo por mi barrio ¡Que ahora es una maravilla, dicen haberlo peatonalizado! Que era una demanda a gritos, dicen unos que otros dicen. Mejor no fiarse de lo que dicen, que algunos solo viven de decir, y hay que ver lo que dicen, solo por vivir del cuento…El nombre de mi calle no dice mucho, apenas nadie la conoce, pero desemboca en la Carrera del Darro, esa si que la conocéis ¿verdad? Os ruego seáis honestos, con vosotros mismos ¿Cuánto hace que no paseáis por ella, años tal vez…? Escuché frases como: patrimonio de la humanidad; barrio histórico; lugar emblemático, se dicen tantas cosas…Y yo que siempre pensé que mi casa sería al fin mía, cuando cancelara la hipoteca, me hallo obligado a compartirla con toda la humanidad. Por eso mis vecinos y yo haremos a este nuestro, vuestro barrio, mas histórico todavía, cuando pasemos a hacer historia. Pero mientras ese día llega, seguiremos contemplando el emblema de nuestro Excelentísimo Ayuntamiento, en cada una de las puntuales notificaciones de pago, que como magnánimo custodio de nuestro, vuestro patrimonio, nos recuerda sin falta debemos satisfacer. Como veis, salí a divagar y lo estaba consiguiendo. Y tanto, que culminando mi calle me pareció oír un ruido de motores, cosa del
todo impensable en las circunstancias ya reseñadas. Pero cual fue mi sorpresa, al pisar el pavimento recién reparado de la Carrera del Darro, tuve que frenarme para evitar a los dos policías locales que se acercaban en moto, y en dirección prohibida. Se alejaron luego y yo continué mi paseo, por el Paseo de los Tristes. Lo encontré desolado, los bares cerrados, tan solo la silueta difusa de un viandante se recortaba lejana. Me acerqué al muro que salva el río, quise escuchar su rumor, tan reconfortante. Pero de repente, el zumbido chicharrero de dos motillos irrumpió en la quietud y mandó al traste ese calmo instante. A esto se le sumó un coche, y otra moto. Y después otro automóvil más que tuvo que frenar y apartarse, ante la inesperada aparición de un microbus que asomó por la Cuesta del Chapiz. A este le siguió otro, y otro, y otro…Conté seis o siete, tanto da. Y tanta turbación me llevó a mal pensar, es lo que tiene divagar, que hasta a los bienpensantes puede conducir al más abyecto de los devaneos. Y de pronto me acometió lo que pudo ser una iluminación, una mala idea. Yo era el único peatón en todo el Paseo de los Tristes, no podía clasificar como tales a las veintenas de turistas que emergían de los mastodónticos vehículos. Lo vi claro, fue un alumbramiento: The Albayzin Town Resort Entertainment ¿Cómo había sido tan ingenuo? Me reproché y me Pregunté: ¿Qué cargo político conoces tú, que mueva pieza, sin un interés económico de por medio? Efectivamente, humanidad, todo concuerda. El funicular; la lanzadera; el delirante ascensor…ya solo resta echar al molesto vecindario, para convertir el barrio en el mayor complejo turístico que prócer alguno hubiera osado imaginar jamás ¿Cómo? amargando a los vecinos, asfixiándolos, aislándolos, dividiéndolos, pero que parezca un accidente. Nuestros políticos, grandes expertos en el arte de la oratoria, corríjanme si digo, que empleando un eufemismo para esto de peatonalizar, abusan de la palabra habitable. Yo lo llamaré por su nombre, inaccesible. Semántica aparte, aventuro que se está reinventando la burbuja inmobiliaria, con una inyección de turismo. Ocio y negocio.

1 comentario:

  1. Naci en la calle Zafra y vivo fuera de Granada, pero pienso que lo que se dice en este blog es la pura verdad, se quieren cargar a los vecinos que estorban en este barrio Patrimonio de la Humanidad que no de la vecindad

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